La segunda es el hecho de habernos encontrado unas alambradas que dificultan el acceso al recinto especialmente a vehículos y animales y el interior de la iglesia sin pintadas, o eso parecía en la oscuridad del lugar. Sin embargo, nos hemos topado con otras nuevas en el exterior y en las casas colindantes. Esperemos que se ponga fin, de una vez por todas, a estos vandálicos y se conserve el edificio en las condiciones que merece.